Ética de la Abogacía y de la Justicia

Nos es posible concebir una judicatura o una abogacía sin ética. Podría afirmarse que un juez sin ética es un oximoron. Y lo mismo respecto de la abogacía, aunque sea más difícil de advertir.  Y aunque parezca poco creíble, a más de cuatro décadas de insistir sobre el tema, en la mayorías de las Facultades de Derecho no se enseña ética - no se lo hace en la UBA, que produce la mitad de los abogados del país - y tampoco se machaca sobre el tema en los Colegios de Abogados.  Esto ha sido permanentemente denunciado por fores, pero con poco éxito. Y ocurre un fenómeno digno de estudiarse, pues muchos magistrados que ejercieron la función con altura, cuando renuncian y se incorporan a la profesión, consideran que en ella hay piedra libre, pues ignoran hasta que existe un código que rige para los abogados. Inclusive ni siquiera respetan las limitaciones temporarias que se les imponen para litigar ante los estrados adonde ejercieron la magistratura.

En stas cavilaciones sobre la corrupción en la Justicia no quiero olvidar la responsabilidad que en ella nos cabe a los abogados y a los Colegios que nos agrupan. En primer lugar porque buena parte del problema tiene que ver con el desempeño de los abogados y aquí recuerdo que Calamadrei siempre nos hablaba de una ‘ley de vasos comunicantes entre la magistratura y la abogacía’, por la que no es posible concebir una profesión sin la otra en similar situación

Desde su fundación fores a insistido en estos temas de la ética de las profesiones legales. Ya desde las Conferencias sobre la Reforma Judicial y en la Reunión de Decanos de Derecho, se profundizó el tema, luego ampliado con encuestas sobre la realidad argentina. Y así se trato el tema en encuestas, investigaciones, reuniones cietíficas y estudios doctrinarios.